Ah, historias macondianas que ocurren en mi país. Hace casi quince años, a un pobre hombre en la Costa Atlántica lo bautizaron el ‘macho’e trapo’, pues su compañera sentimental, con el fin de mantenerlo a su lado, inventó que estaba embarazada de nueve bebés… Sí, no le bastó uno ni dos, dijo que eran nueve. ¿Cómo mantuvo esa farsa? Se llenó la barriga de ropa, telas y demás accesorios que la ayudaran a verse cada vez más gorda. El problema, como siempre, estuvo cuando fue la hora de parir… En vez de niños de carne y hueso salieron camisas, pantalones, toallas, sábanas y la mentira se descubrió. El otrora orgulloso papá, ensalzado por una cultura machista, fue ahora el hazmerreír de todo un país. Hace poco la historia se repitió, aunque en menores proporciones, valga aclarar, pues nadie hizo seguimiento a este embarazo en los medios, ni nada parecido, pues se trataba de sólo un bebé. De nuevo en la Costa Atlántica (donde al menos no matan a los bebés como la desequilibrada de Piedecuest