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Mostrando las entradas de agosto, 2006

El hambre espiritual contra la vida misma

La mañana fría se siente hasta lo último de mis huesos, afectados por el clima, que tratan de sostener en pie a un cuerpo que tirita incesantemente hasta el borde del desespero. Las noticias y opiniones de los oyentes de una prestigiosa emisora me acompañan mientras me dirijo a la rutina diaria del transporte público hacia mi trabajo. La gente que camina junto a mí mira con recelo al indigente que se acerca, para ellos peligrosamente, pero finalmente pasa mascullando con sus partidos labios fracciones de su pensamiento alienado por el pegante y el hambre. El día ha comenzado desde muy temprano para muchos y, ahora, hago parte de una masa de casi diez millones de habitantes que residen en la urbe más grande del país. Atrás quedaron las épocas de estudiante en las aulas, el Síndrome de sábado por la tarde en mi centro comercial preferido, la compañía de mis amigos, la música con la que crecí, las personas con quienes estaba familiarizado y mi vida tal como la concebía. Y es cierto. Si ha