Urbe y Existencia

El ser independiente laboralmente es una tendencia que se extiende como pólvora, ante el panorama desolador del desempleo, de las pocas oportunidades, de los horarios abusivos, la supresión de las horas extras y la poca empatía con los jefes. Hoy en día, ante la proliferación de semilleros empresariales, incubadoras y todas las iniciativas que se producen, parece que crear empresa sería la solución fantástica a todos los problemas. Sin embargo, dependiendo de lo que uno quiera en la vida, ser independiente puede convertirse en una pesadilla peor a aquello de lo que se escapa. Ok, renunciamos, sentimos el alivio de no contar con horarios, con jefes, ni con asignaciones que no nos gustan. Todo comienza bien. Comenzamos con la constitución de nuestro negocio, comienzan los escollos. Debemos desembolsar capital, si es que contamos con él, o endeudarnos para emprender nuestra travesía. Luego, debemos lidiar con registros, impuestos y demás trámites, sin los cuales nuestra iniciativa no pasa

Últimamente, debido a asuntos laborales, he tenido la oportunidad de codearme cara a cara con personas poderosas, poderosas en serio, asesores de la Presidencia de la República , congresistas, viceministros, presidentes de empresas y demás. No sé si el sueño de alguna persona pueda ser llegar a codearse con esta clase dirigente del país, pero en mi caso, aunque reconozco lo importante que es, aún no he podido disertar sobre si es bueno o malo… ¿Que si estoy loco? No. Ya sé que nuestro gran filósofo pugilista Pambelé nos dejó una máxima innegable que aplicaría indirectamente a este caso: “Es mejor ser rico que pobre”, traducido como “Es mejor codearse con esta gente que no tener ni medio contacto en la crema y nata de la sociedad”… pero, insisto, no sé hasta dónde sea esto bueno. Y es que con estos encuentros he saboreado directamente lo que son las mieles del poder (obvio que no en mis manos, pero sí observo cómo se comportan quienes lo tienen) y he llegado a una conclusión: si par

Y sí, es ella, Milagros, para mí la verdadera columna vertebral de Paraíso Travel. El boleto de ingreso de Marlon a la Liga Americana, al estilo de vida de los Estados Unidos, quien le enseña todo lo que debe saber, lo acoge en sus penumbras, alegra su corazón, lo ama incondicionalmente y le abre las puertas de su casa y de su vida para que pueda tener un nuevo comenzar. (Claro, la señora del restaurante también, pero Milagros engloba todo). En realidad no sé si es sólo el personaje en sí, aunque creo que la gran responsable de la enorme fascinación que tengo por Milagros tiene nombre y apellido: Ana de la Reguera. Esta espectacular actriz, con su caracterización, ha creado un personaje ficticio que se convirtió en el amor platónico de muchas personas, entre las cuales me incluyo. Gracias, Ana, has hecho de Milagros una mujer ejemplar, además de bella, talentosa y absolutamente encantadora (¿te imprimiste tanto en ella?). Gracias, Jorge Franco, por crear a Milagros y hacer a tantas per

Existen películas extraordinarias, de las cuales se pueden ver una o dos en la vida; películas excelentes, que a veces pueden resultar exquisitas pero aburridas o algo así; películas buenas, divertidas, con algo de mensaje y un gusto al final; películas malas, remalas, absolutamente malas... y películas buenas, pero malas... aquellas que uno sabe que el mensaje es maravilloso, pero no son placenteras de ver... Como una película buena, puedo clasificar la segunda gran obra del director Colombiano Simón Brand, Paraíso Travel, basada en una novela escrita por Jorge Franco. No tengo ni idea qué tal será la novela, pero la película me fascinó. Las actuaciones son muy buenas, las locaciones, lo que uno siente, la forma como logran que uno llegue a comprender ciertas actitudes y a admirar la tenacidad y la nobleza de algunos seres humanos... (así como se logra el desprecio por otros seres, como Reina, aunque la actriz que la caracteriza, Angélica Blandón, es una absoluta y total mujer 10... ¿